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Inclusi?n financiera en Am?rica Latina

 

América Latina tiene muchos retos por delante en materia de inclusión financiera, pues en varios países de la región este indicador está muy por debajo del ideal. De acuerdo con el Índice de Inclusión financiera 2021, elaborado por Credicorp, el nivel de siete países (Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú y México) es apenas de 38.3 puntos en una escala de 0 a 100.
El Banco Mundial define la inclusión financiera como el acceso a productos financieros, para personas físicas y empresas, útiles y asequibles que satisfagan sus necesidades y sean prestados de manera responsable y sostenible. Incrementar este indicador en la región puede ayudar a reducir la desigualdad y tener una mejor calidad de vida. 
En América Latina, según el Informe sobre desarrollo humano 2019 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), se registra la mayor desigualdad de ingresos. El documento revela que el 10% de la población más rica en América Latina concentra una porción de ingresos mayor que en cualquier otra región (37%), mientras que el 40% más pobre recibe la menor parte (13%).
“Incrementar la inclusión financiera puede ayudar a cumplir con algunos de los Objetivos de Desarrollo Económico de la Organización de las Naciones Unidas, como la reducción de la pobreza, recibir educación y servicios de salud de calidad, entre otros más. Para cumplir con esta meta es imprescindible hacer un esfuerzo colectivo tanto del sector público como privado”, señala Modesto Gutiérrez, presidente y cofundador de Miio, el primer Telcobank de México y América Latina.
Desigualdad e inclusión financiera, las caras de la moneda
En América Latina la desigualdad está directamente relacionada con diversos factores, como la distribución de la riqueza, los empleos y los salarios. Cuando existe un alto nivel de desigualdad económica, la población afectada no tiene acceso a oportunidades y servicios de calidad, existen condiciones de vida menos dignas e impide luchar contra la pobreza. 
La pandemia de Covid-19 profundizó la desigualdad y esta región fue una de las más golpeadas. De acuerdo con cifras de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la pobreza y pobreza extrema en esta zona alcanzaron niveles que no se registraban en los últimos 12 y 20 años, respectivamente. 
Además de las tasas de participación laboral y de crecimiento económico también resintieron los efectos del Covid-19. Según la CEPAL, durante este periodo, la región sufrió su mayor caída del Producto Interno Bruto (PIB) en más de un siglo. 
Fintech, una alternativa para incrementar la inclusión financiera
Cifras del Banco Mundial indican que cerca de 2 mil 500 millones de personas en el mundo no cuentan con servicios financieros formales y 75% de la gente en situación de pobreza no tiene cuenta bancaria. La irrupción de las empresas de tecnología financiera, o fintech, se han convertido en una alternativa para incorporar a más personas al sector financiero. 
Estas plataformas diseñan productos y servicios financieros para que tengan un mayor impacto en sus vidas, pues no buscan sólo bancarizar a la población, sino dotarla de herramientas útiles para mejorar su calidad de vida y educación financiera para hacer un uso óptimo de estos servicios. “Así se puede beneficiar a trabajadores tanto del sector formal como informal que no cumplen con los requisitos para acceder a estos productos a través de una entidad financiera tradicional”, afirma el presidente de Miio.
De acuerdo con datos de Finnovista, en América Latina se contabilizan más de 2 mil 300 fintech. Brasil y México se encuentran a la cabeza de esta transformación del sector financiero. 
Para que estos esfuerzos tengan un impacto mayor es necesario que actores públicos y privados se sumen al esfuerzo de incrementar la inclusión financiera. Los gobiernos de la región deben establecer regulaciones que favorezcan la competencia, innovación, operación y el desarrollo de estas plataformas para que puedan llegar a más personas.
“Se necesita de una colaboración permanente entre los diferentes sectores y apalancarnos de la tecnología e innovación para apoyar a una mayor cantidad de usuarios. Estamos en un momento histórico en el que debemos asumir nuestra responsabilidad y trabajar en beneficio de la población”, concluye Guitiérrez.

América Latina tiene muchos retos por delante en materia de inclusión financiera, pues en varios países de la región este indicador está muy por debajo del ideal. De acuerdo con el Índice de Inclusión financiera 2021, elaborado por Credicorp, el nivel de siete países (Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú y México) es apenas de 38.3 puntos en una escala de 0 a 100.

El Banco Mundial define la inclusión financiera como el acceso a productos financieros, para personas físicas y empresas, útiles y asequibles que satisfagan sus necesidades y sean prestados de manera responsable y sostenible. Incrementar este indicador en la región puede ayudar a reducir la desigualdad y tener una mejor calidad de vida.

En América Latina, según el Informe sobre desarrollo humano 2019 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), se registra la mayor desigualdad de ingresos. El documento revela que el 10% de la población más rica en América Latina concentra una porción de ingresos mayor que en cualquier otra región (37%), mientras que el 40% más pobre recibe la menor parte (13%).

“Incrementar la inclusión financiera puede ayudar a cumplir con algunos de los Objetivos de Desarrollo Económico de la Organización de las Naciones Unidas, como la reducción de la pobreza, recibir educación y servicios de salud de calidad, entre otros más. Para cumplir con esta meta es imprescindible hacer un esfuerzo colectivo tanto del sector público como privado”, señala Modesto Gutiérrez, presidente y cofundador de Miio, el primer Telcobank de México y América Latina.

Desigualdad e inclusión financiera, las caras de la moneda

En América Latina la desigualdad está directamente relacionada con diversos factores, como la distribución de la riqueza, los empleos y los salarios. Cuando existe un alto nivel de desigualdad económica, la población afectada no tiene acceso a oportunidades y servicios de calidad, existen condiciones de vida menos dignas e impide luchar contra la pobreza.

La pandemia de Covid-19 profundizó la desigualdad y esta región fue una de las más golpeadas. De acuerdo con cifras de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la pobreza y pobreza extrema en esta zona alcanzaron niveles que no se registraban en los últimos 12 y 20 años, respectivamente.

Además de las tasas de participación laboral y de crecimiento económico también resintieron los efectos del Covid-19. Según la CEPAL, durante este periodo, la región sufrió su mayor caída del Producto Interno Bruto (PIB) en más de un siglo.

Fintech, una alternativa para incrementar la inclusión financiera

Cifras del Banco Mundial indican que cerca de 2 mil 500 millones de personas en el mundo no cuentan con servicios financieros formales y 75% de la gente en situación de pobreza no tiene cuenta bancaria. La irrupción de las empresas de tecnología financiera, o fintech, se han convertido en una alternativa para incorporar a más personas al sector financiero.

Estas plataformas diseñan productos y servicios financieros para que tengan un mayor impacto en sus vidas, pues no buscan sólo bancarizar a la población, sino dotarla de herramientas útiles para mejorar su calidad de vida y educación financiera para hacer un uso óptimo de estos servicios. “Así se puede beneficiar a trabajadores tanto del sector formal como informal que no cumplen con los requisitos para acceder a estos productos a través de una entidad financiera tradicional”, afirma el presidente de Miio.

De acuerdo con datos de Finnovista, en América Latina se contabilizan más de 2 mil 300 fintech. Brasil y México se encuentran a la cabeza de esta transformación del sector financiero.

Para que estos esfuerzos tengan un impacto mayor es necesario que actores públicos y privados se sumen al esfuerzo de incrementar la inclusión financiera. Los gobiernos de la región deben establecer regulaciones que favorezcan la competencia, innovación, operación y el desarrollo de estas plataformas para que puedan llegar a más personas.

“Se necesita de una colaboración permanente entre los diferentes sectores y apalancarnos de la tecnología e innovación para apoyar a una mayor cantidad de usuarios. Estamos en un momento histórico en el que debemos asumir nuestra responsabilidad y trabajar en beneficio de la población”, concluye Guitiérrez.

 

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